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La enfermedad del hígado graso, una patología casi desconocida

Pese a ser la patología hepática más frecuente entre la población adulta, la conocida como enfermedad del hígado graso es una gran desconocida entre la ciudadanía. Sin embargo, para la comunidad médica comienza a ser una preocupación acuciante, puesto que su prevalencia es cada vez mayor; por ello, los esfuerzos se están centrando en buscar una denominación adecuada y en concienciar a la población.

Si bien durante décadas se ha asociado a las enfermedades hepáticas con el consumo y el abuso de determinadas sustancias, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (Non-Alcoholic Fatty Liver Disease, NAFLD en sus siglas en inglés) no está relacionada, como su nombre indica, con el consumo de alcohol, sino con una acumulación excesiva de grasa en el hígado debida a otros factores.

Esta patología puede derivar en inflamación, fibrosis, cirrosis o incluso, en última instancia, un hepatocarcinoma, del cual ya es la tercera causa hasta la fecha. Su manifestación más severa es la esteatohepatitis no alcohólica (Non-Alcoholic SteatoHepatitis, NASH, en sus siglas en inglés).*

Hasta la fecha, el único tratamiento existente pasaría por un trasplante de hígado, una de las razones por las que preocupa su aumento entre la población española, puesto que siempre hay más pacientes que necesitan un órgano que órganos disponibles.

 

Factores clave en el desarrollo del hígado graso: los alimentos ultraprocesados y la vida sedentaria

La enfermedad del hígado graso afecta ya a un 25% de la población española, según la AEEH (Asociación Española para el Estudio del Hígado), y está relacionada mayoritariamente con un cambio en el estilo de vida y los hábitos de la ciudadanía, con factores clave como el creciente sedentarismo y el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados y altos en calorías. De hecho, en Estados Unidos la enfermedad del hígado graso no alcohólico ya es la primera causa de trasplante de hígado.

Según un estudio de la revista Liver International, el alto consumo de alimentos ultraprocesados se asocia con la presencia del síndrome metabólico entre la población general, y entre aquellas personas con la enfermedad del hígado graso no alcohólico se asocia particularmente con el desarrollo del NASH.

Esta patología pasa a menudo desapercibida, ya que apenas provoca síntomas, y normalmente es diagnosticada en análisis médicos rutinarios, gracias, por ejemplo, a la presencia de niveles anormales de colesterol y triglicéridos.

Preocupantemente, en la última década se ha triplicado la presencia de cáncer de hígado en pacientes con hígado graso en España, y se prevé que la prevalencia del NASH en concreto crezca en un 63% antes de 2030, según un estudio de 2018 publicado en Journal of Hepatology.

 

Cómo prevenir la enfermedad del hígado graso

Los expertos alertan de la necesidad de un plan de salud pública, con una mayor dotación de fondos públicos para ello, que aborde esta problemática, con políticas de prevención, diagnósticos tempranos y estrategias de sensibilización y concienciación para la población. El doctor Manuel Romero, presidente de la AEEH, señala en este artículo que «hay que implementar medidas de educación y salud pública dedicadas a combatir los hábitos de alimentación y el estilo de vida de la población más joven, y acompañarlas además de un Plan Estratégico para la Enfermedad Hepática, así como un mayor esfuerzo en cribado y diagnóstico temprano».

La comunidad médica y las asociaciones de pacientes coincidimos: es necesario un mayor esfuerzo de todos los actores para reforzar la prevención y la detección precoz de esta patología.

¿Qué podemos hacer entonces en nuestro día a día para prevenir el hígado graso? La mejor forma de hacerlo es adoptar un estilo de vida y una alimentación saludables, aumentando la presencia en nuestra dieta de alimentos hepatoprotectoras, y aquellos integrales, ricos en fibra y en vitaminas A, C y E: alcachofas, brócoli, espinacas, legumbres, cereales integrales, proteínas magras… También es importante realizar ejercicio físico habitualmente y mantener una buena hidratación.

Prevención, diagnóstico precoz, estrategia de salud pública, concienciación y, por supuesto, investigación: esos parecen ser los pilares, según los expertos, para atajar el aumento de la prevalencia de esta enfermedad.

 

* Nota: En estas últimas semanas, la European Association for the Study of the Liver (EASL) ha llegado a un acuerdo para dar una nueva nomenclatura a esta patología: SLD (Steatotic Liver Disease, cuya traducción sería esteatosis hepática) en lugar de «hígado graso»; MASLD (metabolic dysfunction-associated steatotic liver disease) en lugar de NAFLD; y MASH (metabolic dysfunction-associated steatohepatitis) en lugar de NASH.

Publicado en Blog