Menú Cerrar

La importancia del uso del lenguaje inclusivo en discapacidad y género

Aquello que no se nombra, aquello de lo que no se habla, no existe: esta es una máxima que en FNETH tenemos siempre muy presente, pues uno de nuestros principales objetivos es dar visibilidad a la realidad, a menudo oculta o negada, de los/as pacientes de hígado y de las personas con discapacidad orgánica. Por ello, y porque creemos que debe existir coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos y expresamos, consideramos de vital importancia usar el lenguaje inclusivo, comunicar de forma respetuosa y cuestionar constantemente cómo nombramos a las personas que nos rodean, en especial a aquellas que pertenecen a colectivos históricamente discriminados.

Tenemos muy presentes dos recursos (que hemos consultado para elaborar este artículo) que consideramos de suma importancia para este ámbito: el Manual de lenguaje inclusivo de COCEMFE y la Guía para un uso no sexista del lenguaje de la Fundación Once. Recomendamos encarecidamente su lectura y consulta.

 

Pautas para un lenguaje inclusivo sobre discapacidad

El lenguaje tiene la capacidad de perpetuar estereotipos, por eso es tan importante en el caso de las personas con discapacidad. Además, el lenguaje no solo puede discriminar, sino también invisibilizar, ocultar y negar una realidad.

La primera pauta fundamental en este sentido es huir de las etiquetas y adjetivos: las personas no «son» algo, sino que tienen «algo». Es decir, no son únicamente la enfermedad o condición que tienen, por eso debemos huir de esos adjetivos. En la práctica, esto implica usar la fórmula «personas con», o «mujeres con», «adolescentes con…»: «personas con discapacidad», «personas con tetraplejia», etc.

Detrás de esta pauta está la idea de que las personas convivimos con diversas condiciones, tenemos diversas realidades; no solo la discapacidad, la condición o la enfermedad, en caso de tenerla.

Además, en el caso de la discapacidad en concreto, el término «personas con discapacidad» es el único válido y consensuado, desde un punto de vista legal, en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, que está aprobada y ratificada por España, como indican desde COCEMFE.

En segundo lugar, también se recomienda no usar términos que funcionan como eufemismos, como «capacidades especiales», «personas diferentes», «personas especiales», «diversidad funcional»… Especiales, diferentes y diversos somos todas y todos; desde COCEMFE apuntan en su manual que tienen un matiz algo condescendiente, y por eso debemos evitar su uso.

La idea precisamente con el uso del lenguaje inclusivo es empoderar a las personas, dotarlas de derechos y de una realidad y capacidad de actuación propias.

Por otra parte, no solo es importante cómo nombramos a las personas, sino qué verbos usamos cuando hablamos de ellas. No es recomendable emplear, para hablar de una enfermedad o discapacidad, verbos como «sufrir», «padecer», «estar condenado/a a»… Se trata de verbos que victimizan y casi infantilizan a la persona, y eso es precisamente de lo que queremos huir con el uso del lenguaje inclusivo.

 

Pautas para un lenguaje inclusivo sobre género y no sexista

La primera máxima que debemos seguir para un lenguaje inclusivo y no sexista es encontrar la fórmula más sencilla posible y que entorpezca lo menos posible la claridad de lo que decimos o escribimos. A pesar de lo que se dice en muchas ocasiones, el lenguaje no sexista no es una cuestión de corrección política, sino que responde a una necesidad real de nombrar y visibilizar a las mujeres y a otros colectivos que tradicionalmente han sido invisibilizados o no nombrados explícitamente. El lenguaje tiene, en ese sentido, una gran importancia en cómo configuramos nuestro pensamiento y nuestra visión de la sociedad. Representa la realidad, pero también la conforma.

La ONU establece cuatro estrategias generales para un uso inclusivo y no sexista del lenguaje, que son las más recomendadas habitualmente porque ayudan a mantener esa claridad en el discurso:

  • Usar expresiones neutrales en términos de género
  • Cambiar la estructura de la frase y reformular enunciados
  • Desdoblar en pares femeninos y masculinos
  • Usar la tipografía, como las barras oblicuas

A continuación vamos a explicar brevemente las dos primeras pautas.

Usar expresiones neutrales

  • Sustantivos colectivos: El castellano es muy rico en este tipo de sustantivos: el personal, el colectivo, el profesorado, la vecindad, el alumnado, la dirección, la secretaría, la administración…
  • Sustantivos epicenos: La RAE designa como «epicenos» a aquellos sustantivos que, teniendo como género gramatical el masculino o bien el femenino, pueden, sin embargo, designar indistintamente a seres animados de uno y otro sexo. Son sustantivos epicenos por ejemplo: víctima, pareja, persona, personaje, turista…
  • Eliminar los artículos (cuando sea posible): En lugar de, por ejemplo, «al congreso asistieron los pacientes y los profesionales», podemos decir «al congreso asistieron pacientes y profesionales», y no afecta a la claridad del enunciado.
  • Sustituir los determinantes por pronombres neutros: Se entiende mejor con un ejemplo: en lugar de «aquellos que vayan al congreso, pueden llegar a las 12», podemos decir «quienes vayan al congreso, pueden llegar a las 12».

 

Cambiar la estructura de la frase y reformular enunciados

Culturalmente, tendemos a usar los genéricos masculinos: los médicos, los pacientes, los trabajadores, los alumnos… Por eso, para hacer un uso más inclusivo del lenguaje y usar las expresiones neutrales que comentábamos antes, en la mayoría de los casos es necesario alterar un poco la estructura de la frase.

Algunos ejemplos:

  • Los trabajadores acudieron puntuales a la reunión / El personal acudió puntual a la reunión
  • Los médicos no dejan de investigar el hígado graso ante la creciente prevalencia / La comunidad médica no deja de investigar el hígado graso ante la creciente prevalencia
  • Bienvenidos al congreso / Os damos la bienvenida al congreso

 

Sexismo y discapacidad

Cuando intentamos hacer un uso inclusivo del lenguaje y comunicar de forma respetuosa es importante tener en mente el concepto de «interseccionalidad» en la discriminación. Cada persona tiene múltiples variables en su identidad que hacen que pueda ser más o menos objeto de discriminación: ser mujer o LGTBIQ+ y tener una discapacidad, por ejemplo, son dos variables importantes. A eso es a lo que nos referimos cuando hablamos de interseccionalidad: a la convergencia de múltiples discriminaciones y desigualdades.

En el caso de las mujeres con discapacidad, convergen dos ejes clave de desigualdad: el género y la discapacidad. Esto se puede agravar si se suman otras diversidades tales como la etnia, la orientación sexual, la situación socio-económica…

De ahí la importancia de visibilizar también especialmente a las mujeres con discapacidad. Aunque el uso de “personas” como genérico para un colectivo es muy útil y adecuado, es importante nombrar y visibilizar explícitamente a las mujeres con discapacidad, cuya realidad tiene unas características específicas. Esto se puede hacer, por ejemplo, colocándolas delante en una frase en la que usemos el desdoblamiento: «las mujeres y hombres con discapacidad tienen más dificultades a la hora de encontrar empleo».

 

El lenguaje es algo vivo y que evoluciona constantemente a medida que evoluciona la sociedad, por lo que el uso del lenguaje inclusivo y respetuoso es un proceso de aprendizaje constante. Debemos atender y escuchar siempre a los colectivos implicados: asociaciones feministas, de personas con discapacidad…

Publicado en Blog