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¿Qué es?

La Hepatitis B es una enfermedad hepática causada por el VHB (Virus de la Hepatitis B). Puede conllevar un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer de hígado. En la actualidad, existen vacunas para su prevención y tratamientos para evitar el avance de la enfermedad una vez que la persona está infectada.

¿Cómo se transmite?

El VHB puede transmitirse por contacto con sangre infectada (consumo de drogas, tatuajes, utilización de objetos de higiene personal de personas infectadas…), durante el parto pasando de la madre al niño por vía perinatal o por exposición percutánea o de las mucosas a sangre o diferentes líquidos corporales infectados (saliva, líquido seminales y vaginales).

Sintomatología:

En general, la enfermedad no presenta síntomas durante la fase de infección aguda. Sin embargo, algunas personas pueden presentar los siguientes síntomas:

-Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia),

-Orina oscura,

-Fatiga extrema,

-Náusea, vómitos y dolor abdominal.

Un pequeño grupo de personas con hepatitis aguda puede sufrir insuficiencia hepática aguda, que puede provocar la muerte. La probabilidad de que la infección se cronifique depende de la edad a la que se produzca. Los niños infectados con el virus de la hepatitis B antes de cumplir los seis años son los más expuestos al riesgo de sufrir infecciones crónicas.

 Diagnóstico y tratamiento:

Para poder diagnosticar la hepatitis B, es necesario realizar un análisis de sangre. De esta manera también se pueden distinguir las infecciones agudas y las crónicas y, por tanto, recomendar el mejor tratamiento.

En el caso de la hepatitis B aguda, no existe un tratamiento específico, la atención se centra en mantener el bienestar y un equilibrio nutricional adecuado, especialmente la reposición de los líquidos perdidos por los vómitos y la diarrea.

En el caso de la infección crónica por el virus de la hepatitis B puede tratarse con agentes antivirales orales. El tratamiento puede ralentizar el avance de la cirrosis, reducir la incidencia de cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo.

Estos tratamientos no curan la infección por el virus de la hepatitis B, tan solo suprime la replicación del virus. Por tanto, cuando se inicia el tratamiento contra la hepatitis B, se debe continuar durante toda la vida.

Entre las complicaciones a largo plazo de las infecciones por el VHB, la cirrosis y el carcinoma hepatocelular son las de mayor gravedad.

¿Existe vacuna?

La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esa enfermedad. La OMS recomienda que se administre a todos los lactantes lo antes posible tras el nacimiento, preferentemente en las primeras 24 horas. La serie completa de vacunas genera anticuerpos que alcanzan niveles de protección superiores al 95% en lactantes, niños y adultos jóvenes.

La vacuna debe ser proporcionada tanto a niños y adolescentes como a las personas de los grupos de alto riesgo. Esto incluye a:

  • personas que necesitan transfusiones frecuentes de sangre o productos sanguíneos, pacientes sometidos a diálisis y receptores de trasplantes de órganos sólidos;
  • reclusos;
  • consumidores de drogas inyectables;
  • parejas sexuales o personas que conviven con pacientes con infección crónica por el virus de la hepatitis B;
  • personas con múltiples parejas sexuales;
  • personal sanitario y otras personas que por su trabajo podrían estar expuestas al contacto con sangre y productos sanguíneos; y
  • personas que no hayan recibido la serie completa de vacunas contra la hepatitis B y prevean viajar a zonas en las que la enfermedad sea endémica.

Por otra parte, la aplicación de estrategias sobre seguridad de los productos sanguíneos, en particular las pruebas de detección de calidad asegurada para toda la sangre y los componentes sanguíneos donados destinados a transfusión, pueden prevenir la transmisión del virus de la hepatitis B.