La enfermedad del hígado graso en la infancia y la adolescencia
Como ya hemos señalado en otras ocasiones desde FNETH y como advierte reiteradamente la comunidad médica, la condición conocida comúnmente como «hígado graso«, o SLD (Steatotic Liver Disease) en su nomenclatura más reciente en inglés, es cada vez más frecuente entre la población general. Preocupa especialmente su incidencia en la población más joven, puesto que indica una tendencia de prevalencia al alza que en el futuro podría llegar a provocar un grave problema de salud pública.
En los países industrializados, la esteatosis hepática asociada a disfunción metabólica (MAFLD en inglés), o enfermedad del hígado graso no alcohólico, ya es la causa más común de enfermedad hepática crónica pediátrica, como señalan profesionales de gastroenterología y nutrición pediátrica en este artículo. Su principal factor de riesgo es la obesidad.
El empeoramiento de nuestros hábitos, principal causa del aumento de esta enfermedad
El gran cambio social que se ha dado en las últimas décadas en lo relativo a la alimentación y a nuestros hábitos de vida es el gran responsable, según lo que señalan voces expertas, de la creciente prevalencia del hígado graso, tanto entre la población adulta como entre la población infantil y adolescente. El auge de la vida sedentaria y el alto consumo de alimentos ultraprocesados influyen en nuestra calidad de vida y aumentan los factores de riesgo del hígado graso, como la obesidad. Esto es especialmente preocupante entre las personas más jóvenes, pues sienta los precedentes de unos hábitos que perpetuarán en su vida adulta y mermarán su salud en el futuro.
Actualmente, esta patología está infradiagnosticada en la infancia, pero la comunidad médica sí maneja algunos datos aproximados: normalmente, no aparece en menores de 3 años, y su desarrollo es raro entre menores de 10, según se apunta en el artículo ya enlazado. Afecta aproximadamente a un 10%-20% de la población pediátrica y a un 38-80% de la población pediátrica con obesidad. Su prevalencia se ha incrementado en los últimos años.
El consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, la escasez de ejercicio físico y de tiempo al aire libre, el sedentarismo… contribuyen a su desarrollo y a que eventualmente avance hacia fibrosis e inflamación del hígado.
Factores de riesgo en la progresión del hígado graso en la infancia y adolescencia
La progresión hacia la esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH, nueva nomenclatura para NASH), la manifestación más severa de MAFLD, y hacia la cirrosis del hígado tiene mayor riesgo en niños/as con obesidad severa, aunque personas expertas creen que también podrían intervenir factores genéticos, como apunta, entre otras entidades, la fundación estadounidense Children’s Liver Disease Foundation.
Aproximadamente, según el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, en EEUU (país con una prevalencia aparentemente mayor de esta patología entre la población pediátrica) entre un 20 y un 50% de pacientes pediátricos con MAFLD evolucionarán a MASH. El riesgo aumenta significativamente cuando hay obesidad. Como en el caso de las personas adultas que tienen esta condición, el objetivo es evitar la progresión de la enfermedad.
Se trata de una patología que permanece aún poco visibilizada en niños/as y adolescentes, por lo que se necesita más información, educación y concienciación acerca de su prevención, su desarrollo, sus causas y riesgos, y su diagnóstico debería considerarse cada vez más por parte de los y las profesionales.
Para atajar este creciente problema, la prevención es la clave. La necesidad de una estrategia de salud pública, para fomentar los hábitos y la alimentación saludables entre la población general, y muy especialmente entre la más joven, es urgente.