El camino previo a una nueva vida
- Un trasplante se contempla como una salida a una situación delicada de salud más que una adversidad, una salida a un momento de tu vida en el que nos ves el final, una salida ya no solo para ti sino para tu familia, amigos, pareja, etc. que quieren verte bien y que sufren por ti.
- La espera de un trasplante de hígado, como de cualquier órgano, conlleva una serie de cuidados personales que hagan que cuando llegue el momento de la operación, tu cuerpo esté en un estado óptimo. Recibir un órgano que no pertenece a nuestro cuerpo y que funcione supone algo de película y que, hoy en día, es una normalidad. Por eso, la preparación de la cirugía debe ser lo más perfecta posible para evitar al máximo los riesgos.
Muchas veces la vida nos pone en situaciones que, seguramente, valoraríamos como injustas debido al sufrimiento que padecemos y de las consecuencias que pueden tener en las personas de nuestro entorno. Sin embargo, este tipo de adversidades son las que nos hacen más fuertes y vivir la vida de forma más intensa que muchas otras personas, ya que un trasplante nos da la oportunidad de empezar una nueva vida y verla con otros ojos. Sabemos que la espera para la cirugía puede ser larga y a veces angustiosa por eso a continuación os dejamos una serie de premisas a llevar para estar ‘desconectados’ de esa ansiedad que puede ocasionar la espera a la vez que ponemos a nuestro organismo en un nivel perfecto para cuando llegue la operación.
SEGUIMIENTO DE LAS INDICACIONES MÉDICAS
Seguir al pie de la letra todas las pautas que nos de el/la médico es fundamental para un futuro éxito de la operación de trasplante y su posterior adaptación al cuerpo. Habrá que asistir a todas las citas, tomar los medicamentos recetados, así como someterse a todas las pruebas necesarias.
MANTENER UNA ALIMENTACIÓN EQUILIBRADA Y COMPLETA
El objetivo principal de la dieta es evitar la falta de nutrientes y la obesidad del paciente que va a ser trasplantado/a, a través de una dieta que cubra todas las necesidades del organismo. Además, debe estar adaptada a cada persona, es por eso que estas dietas pueden ser otorgadas por un/a profesional de la nutrición. Las principales fuentes de nutrientes en estos casos suelen ser:
- Frutas y verduras. Ricas en vitaminas, antioxidantes, fibra y minerales esenciales para el hígado y el sistema inmunológico.
- Granos enteros. Tales como el arroz integral, la quinoa o la cebada son fuentes excelentes de fibra y otros nutrientes.
- Proteínas magras. Carnes como el pescado, pavo, pollo o tofu son fuentes muy buenas de proteínas magras.
- Grasas saludables. Las podemos encontrar en los aguacates, nueces o semillas, su consumo ayuda al buen funcionamiento del corazón y puede ayudar a la reducción de la inflamación del hígado.
- Productos lácteos bajos en grasa. Podemos obtener una gran cantidad de calcio y proteínas de alimentos como el yogur o la leche desnatada.
- Limitar el sodio y el azúcar. El consumo excesivo de sodio puede provocar una retención de líquidos mientras que la acumulación de azúcar en nuestro organismo puede afectar de forma muy negativa en general pero, sobre todo, en la acumulación de glucosa en sangre.
TENER UNA VIDA DEPORTIVA ACTIVA
Se ha comprobado que la actividad y ejercicio físico ayuda a mejorar el estado del/a paciente, mejorando la fuerza muscular, la salud cardiovascular y la función pulmonar, preparando así al paciente para la cirugía y posterior recuperación. Además tienen su beneficio en la reducción del riesgo de caídas, dolor y fatiga, así como la mejora de la resistencia al ejercicio. Sin embargo, hay que saber qué ejercicios se pueden hacer y cómo se tienen que realizar.
Hay que destacar que puede haber personas que hayan sido muy activas en el deporte hasta su enfermedad hepática y personas que no sean tan deportistas. Pues bien, aquellas que si que tengan algo de experiencia tienen que ponerse el reto de realizar 30 minutos diarios de deporte. Lo más normal es andar, realizando esos 30 minutos a un buen ritmo pero sin sobreesforzarse a uno mismo, es más, si no se es capaz de aguantar esos 30 minutos, se empezará a racionar la caminata en un tiempo menor y a medida que se avance, ir aumentando el tiempo. Por su parte, aquellas personas que tienen poca o nula experiencia haciendo ejercicio físico deberán empezar por mantenerse de pie en casa, ya sea realizando tareas domésticas, moviéndose y manteniéndose activo.
También hay que tener en cuenta que hay ciertos deportes que no se pueden realizar por su impacto directo en el abdomen o el contacto físico que puede llegar a una fuerza desmedida tales como artes marciales, rugby, fútbol o baloncesto, entre otros. De todas formas, lo más adecuado es consultarlo con tu médico y así ver qué deportes puedes practicar en mayor o menor medida.
MANTENERSE HIDRATADO
Como bien se dice: ‘el agua es vida’, y sin ella nuestro cuerpo no podría funcionar. Nuestro organismo está compuesto en su mayor parte por agua y mantenerlo hidratado es siempre una obligación mientras se esté esperando un hígado o no. El agua ayudará a las personas que están esperando un trasplante en el buen funcionamiento de la función renal, así como a mantenerlo hidratado (sobre todo en los meses de verano con las altas temperaturas).
ABSTINENCIA DE SUSTANCIAS TÓXICAS
El alcohol y algunas drogas pueden ser tóxicas para el hígado y pueden interferir con la capacidad del cuerpo para sanar después del trasplante. Incluso el consumo moderado de alcohol puede ser perjudicial. Por lo tanto, es fundamental abstenerse completamente del consumo de alcohol y drogas ilícitas antes del trasplante y que se esa abstinencia se haya demostrado mediante analíticas seriadas. La prueba de consumo de alguna sustancia tóxica podría suponer la exclusión de la lista de espera hasta la comprobación de una abstinencia consolidada. La propia Organización Mundial de la Salud afirma que el consumo de cualquier de estas sustancias altera el sistema nervioso y pueden crear dependencia.
PREPARACIÓN EMOCIONAL Y POSIBLE INTERVENCIÓN SOCIAL
El aspecto emocional es fundamental a la hora de afrontar el trasplante de hígado. Algunas emociones como el miedo, la ansiedad o la incertidumbre puede surgir ante lo que pueda pasar durante la operación y en la vida que la espera tras ella. Estas emociones y desafíos que se presentan en el paciente deben enfrentarse con profesionales de la materia, ya sean terapeutas, consejeros/as, psicólogos/as, etc. que ayuden al paciente a hablar abiertamente con amistades y familia sobre sus sentimientos.
Una de esas opciones es la intervención social a través de un/a trabajador/a social, quien ayudará a alcanzar la máxima autonomía física, económica, laboral y social posible. Esta ayuda la puede pedir el propio paciente, familia y/o por indicación de un miembro del equipo de trasplante. Las personas que desempeñan un trabajo social se pueden encontrar en asociaciones, centros de salud, hospitales, centros de asuntos y servicios sociales, como trabajadores sociales de zona.
CONTROLAR OTRAS CONDICIONES MÉDICAS Y EVITAR INFECCIONES
No solo se deben seguir las indicaciones médicas sino que se deben tener en cuenta otras afecciones médicas como hipertensión arterial, obesidad o diabetes y así minimizar al máximo los riesgos durante la cirugía. Además, es crucial evitar infecciones, estas pueden aumentar el riesgo de complicaciones durante y después del trasplante. El paciente debe tomar precauciones para evitar la exposición a gérmenes y virus, como lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto cercano con personas enfermas y evitar actividades que aumenten el riesgo de infección.
En conclusión, son unas cuantas las cosas que hay que tener en cuenta para un trasplante pero, en su defecto, el premio que hay tras el es mucho mayor, una vida nueva que poder disfrutar.