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Continuamos el mes de octubre, mes del cáncer de hígado, y lo hacemos llegando a la tercera semana en la que nos centraremos en el impacto que tiene el alcohol en nuestro hígado. Esta bebida es, por desgracia, una rutina normalizada en el día a día de nuestro país, algo que se ve reflejado en la población joven y que tiene un impacto en la personalidad de esta. La influencia del alcohol para la integración en un círculo social, como motivo de celebración o, simplemente, por pura diversión es algo muy marcado en España, al igual que en muchos otros países, pero es deber de toda la población trabajar para ir acabando con un problema que tiene una repercusión a largo plazo en nuestro organismo y, más en concreto, en nuestro hígado.

En concreto, la gente joven es uno de los principales focos de consumo e ingesta de alcohol, ¿quién no ha visto una noticia en la televisión alguna vez sobre la ingesta de alcohol en España? Como ya mencionamos en un artículo publicado en el pasado mes de marzo, según la Encuesta Estudes nos acercamos a ver ciertas estadísticas sobre este hecho.

Entre los datos que mencionaba la encuesta destacaba que el alcohol se situaba como la droga que más se ha consumido por la población residente en España de entre 14 y 18 años. Concretamente una media del 76% ya ha probado el alcohol, cerca del 74% lo ha consumido en el último año y más de la mitad en los últimos 30 días, siendo este consumo en un más de un 20% a través de combinados alcohólicos.

Datos más que estremecedores que prueban como una sustancia que causa adicción es considerada un concepto socializador, evasivo de la realidad o una simple excusa para divertirse. Aunque cabe decir que esta situación no solo corresponde a la población joven, sino que que las personas adultas pueden tener problemas con el alcohol más allá de los motivos nombrados. Las situaciones personales pueden llevarnos a caer en adicciones como el alcohol, por eso es deber nuestro como amistades, familia y personas de una población civilizada para ayudar a esas personas y ayudarlas a encontrar una salida.

Sin embargo, como hemos mencionado, esta problemática ya la hemos tratado en ese artículo y el cuál podéis visitar pinchando aquí. En esta ocasión queremos abordar la recuperación del hígado tras la ingesta de alcohol, y es que el papel de desintoxicación, metabolismo y síntesis de proteínas esenciales sitúan al hígado como uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. Antes de entrar en materia, debemos comentar la gran importancia que tiene la detección temprana. Los análisis de sangre, las pruebas de función hepática, las imágenes médicas como el ultrasonido o la elastografía hepática son medios muy valiosos para conocer el estado de nuestro hígado y monitorear su regeneración.

Ahora sí, empecemos por el principio: cuando el alcohol entra en el cuerpo, el torrente sanguíneo lo absorbe y el hígado lo metaboliza. Durante este proceso se produce la acetaldehído, sustancia muy tóxica para las células hepáticas, pues bien, ahora imagínense tener que procesar grandes cantidades de hígado, ¿se puede imaginar el resultado, no? Inflamación y acumulación de grasa que puede derivar en enfermedades ya conocidas como esteatosis hepática metabólica (hígado graso), hepatitis alcohólica y, finalmente, cirrosis, en donde el daño es irreversible. Si no hemos llegado a esta última fase, tendremos posibilidades de permitir que nuestro hígado empiece a curarse ya que tenemos la gran suerte de que este órgano tiene una capacidad regenerativa única, pero hay que dejar que lo consiga y está en nuestra mano proporcionarle las mejores condiciones para conseguirlo.

¿Qué hay que tener en cuenta?

Cuánto daño hay causado. Reiterando  lo anterior, si hemos llegado a la etapa de cirrosis el daño es irreversible, pero la abstinencia mejorará nuestra calidad de vida y prevendrá futuras complicaciones. Si el daño viene dado por esteatosis hepática metabólica o inflamación leve tendremos muchas posibilidades de una regeneración tras un cese absoluto del consumo.

Tiempo sin consumir alcohol. Como dice el dicho, «cuanto antes, mejor»; cuanto antes dejemos la ingesta de alcohol, antes lo eliminará nuestro organismo y antes empezará la recuperación. La eliminación de grasa en personas con hígado graso, el tiempo será menor (unas semanas); aquellas con hepatitis alcohólica, varios meses, y, en casos de cirrosis, no revertiremos la situación pero podremos vivir mejor, algo que siempre vale la pena.

Factores individuales. Hay que tener en cuenta, también, la genética que tiene cada persona, así como el género, la dieta o la presencia de otras enfermedades.

¿Qué consejos os damos desde FNETH para afrontar la recuperación?

Si queremos revertir nuestra situación hepática, debemos estar dispuestos a dar un cambio a nuestra vida, lo que conllevará, entre otras cosas, la abstinencia total de alcohol. La primera parada pasa por cortar de forma radical el daño, permitiendo la inmediata regeneración. Si queremos que este proceso vaya a mejor, debemos echarle una mano dándole alimentos saludables y que realmente refuercen a nuestro organismo. Frutas, verduras, proteínas no muy magras y grasas saludables serán grandes aliadas para reforzar el proceso, junto a una hidratación adecuada y continuada que será el transporte perfecto que tendrán todas las toxinas para ser expulsadas del cuerpo. ¿Quieres más? Pues ponte tu mejor ropa de deporte y sal a hacer ejercicio, la grasa hepática se verá reducida debido a la mejor circulación sanguínea.

Por último, siempre bajo prescripción médica, los suplementos para cubrir ciertas vitaminas como la E, que aportan antioxidantes.

Hablemos de fases de recuperación

En las primeras semanas de abstinencia, las mejoras son notables en personas con esteatosis hepática metabólica, bajando los niveles de grasa, la fatiga y el malestar abdominal. Tras varios meses, personas con hepatitis alcohólica pueden experimentar una reducción de la inflamación y una mejora general en las pruebas de función hepática. Las personas cirróticas, en el intervalo de seis meses y un año, podrían ver parado en seco el daño hepático, así como la cicatrización del hígado; podrían producirse mejoras en las funciones hepáticas y una mejora en la calidad de vida.

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En conclusión, si queremos recuperar nuestro hígado, debemos cuidarlo y mimarlo. El alcohol es una droga que aunque esté contemplada socialmente y aceptada puede llegar a crear un daño hepático irreversible, que mermará nuestra salud y nuestra vida. Sabemos que los problemas con el alcohol pueden venir de situaciones personales más allá que los motivos descritos, por eso es importante cuidar, también, nuestra salud mental. Visita al o la profesional correspondiente para poder cuidarte en todos los aspectos.

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