Mi historia comenzó el 21 de octubre de 2019 (poco más de una semana después de cumplir 14 años) cuando mis padres observaron que me estaba “poniendo amarillo” y me llevaron al hospital Virgen del Rocío. Allí me dijeron que tenía un grave problema de hígado y que había que saber si era hepatitis o algún de tipo de virus. Finalmente, resultó que no era debido a ningún virus sino que, probablemente por algún medicamento, mi cuerpo estaba rechazando mi hígado.
Llegó mi más escalofriante noche de Halloween, 31 de octubre, entré en encefalopatía y tuvieron que ingresarme en UCI, si no aparecía un hígado en 24 horas… La doctora Ferrer me puso en código 0. El día 1de noviembre, el doctor Gómez Bravo recibió a mis padres y les dijo que había un posible donante. Esto se confirmó más tarde y a las 10:30 de la noche del día 1 de noviembre comenzaron el doctor Gómez Bravo y su equipo el trasplante. Yo desperté el sábado día 2 por la tarde, en la UCI, solo y sin saber lo que había pasado ya que cuando se decidió mi trasplante yo estaba inconsciente. Entró mi madre y ya se quedó conmigo durante las casi dos semanas que me llevé allí y donde el doctor Porras y todo el equipo de enfermer@s y auxiliares me cuidaron con muchísimo cariño hasta que subí a planta.
Recuerdo que la primera vez que vi al doctor Gómez Bravo le dije que al verlo ya le había puesto cara a Dios. A él le dio mucha vergüenza y me dijo que él había sido sus manos y que detrás había un equipo. Ahora comprendo que la cara de Dios está en él y en todas las personas que han hecho y hacen posibles mi milagro y otros muchos que se producen gracias a la generosidad, el amor, los cuidados y el buen hacer de muchísimas personas.
En la planta de cirugía hepática tuve oportunidad de conocer al resto del equipo de trasplante, todos maravillosos. Allí estuve hasta el día 30 de noviembre.
Afortunadamente, todo había salido bien pero esa pesadilla no había terminado… ni mucho menos. Al parecer, el medicamento que tomaba para mi TDAH también dañó mi médula y me produjo “aplasia medular grave con pequeño clon de hemoglobinuria paroxística nocturna”, o sea, que mi médula no era capaz de fabricar hemoglobina, ni plaquetas, ni defensas…nada. Tuve que ingresar de nuevo, pero esta vez en hematología.
Me han hecho infinidad de pruebas (CPRE, biopsias…) transfusiones de sangre y plaquetas, ingresos, etc. Hasta que, finalmente, el 27 de julio de 2020 llegó el trasplante de médula.
Todavía no he terminado de “remontar” pero ya parece que “voy por el buen camino” y en este momento no dejo de pensar en que la generosidad es lo que me mantiene vivo y soy consciente de que debo devolver esta generosidad de la única manera que se ocurre: colaborar, cuando sea posible, con esta asociación en la maravillosa labor que hacen informando sobre la importancia de la donación.
Solo tengo palabras de agradecimiento:
- A los donantes, que en mi caso han sido “cientos”, ya que además de las donaciones de hígado y médula, he recibido muchísimas transfusiones de sangre y plaquetas. A vosotros, ¿Qué os puedo decir? No tengo palabras para expresar mi gratitud, me habéis regalado la vida cuando se me escapaba con 14 años sin haber tenido experiencias como acabar unos estudios, conseguir un trabajo, conocer el amor o tener un hijo.
- A todo el personal del hospital (sanitario y no sanitario) de las plantas de digestivo, UCI, cirugía hepática, hematología y T.A.M.O. Son tantos que es imposible nombrarlos a todos, pero que sepáis que os quiero un montón a todos y os llevo en mi corazón
- También gracias a las nuevas personas que he tenido la suerte de conocer (Alba, Mª José, Miguel Ángel, Ana, Victoria, Manolo, Alberto, Dr Pérez Bernal…) me habéis ayudado a hacer más llevadero este largo camino, os quiero.
- A los miembros de las diferentes asociaciones de trasplantados, que en todo momento han estado a mi lado informándome, acompañándome y dándome ánimos. Incluso elaboraron un maravilloso vídeo para darme ánimos cuando estaba tan asustado antes del trasplante de médula.
- A mi familia y amigos, sin vosotros no hubiera podido.
- A mis profesores, que se han esforzado tanto para que no perdiera el curso y que me han mostrado su cariño y apoyo en todo momento.
Bueno, seguro que se me queda alguien atrás porque esta experiencia me ha mostrado cuánta gente maravillosa hay dispuesta a dar sin esperar nada a cambio. He recibido una lección de vida que llevaré siempre conmigo y que debo enseñar a todos: “TU GENEROSIDAD SALVA VIDAS”